Por Alfredo Moffat - Psicólogo Social
“Terapia de Crisis. La emergencia
psicológica”
Alfredo Moffat -
La negación de la edad es una tontería. Yo tenía miedo a
esta etapa que empieza después de los sesenta años. Ahora, que más o menos
estoy instalado en ella (tengo setenta y siete años), me doy cuenta que se me
ha simplificado la vida, y la mayor parte de las cosas que antes me preocupaban,
ahora creo que son boludeces, pero quedó lo esencial: el amor, los hijos, la
justicia social, la solidaridad (y también el dulce de leche y la crema
chantilly…)
Esta edad no está tan mal, el tema de la muerte siempre
angustia, pero yo creía que iba a ser peor. Es una tontería hacerse el pendejo,
fíjense si tuviera que ir al gimnasio, sería todo un laburo y no podría gozar
de esto de hacerme el filósofo. Cuando cumplí sesenta años hice una fiesta en
la Escuela. Y dije: tengo dos caminos, o me convierto en un viejo sabio, o en
un viejo pelotudo. Lo último me pareció aburrido. Cuando no asumís la edad, no
gozás ni la una ni la otra.
El temor a la vejez hace que la ocultemos, que sea
considerada como algo indigno, a ocultar en un geriátrico porque ya no servimos
más.
Cuando estuve en Estados Unidos había una actriz que había
sido muy famosa, Bette Davis, que ya estaba muy viejita y tenía el rostro con
las arrugas del tiempo. Era conductora y tenía un programa muy respetado, en el
que podía decir cosas sabias, porque estaba cómoda en esa edad, era creíble.
También en Italia, estando en una plaza de Roma, pude ver
que estaban todos los viejitos (los respetados nonos) jugando a las cartas y
tomando Cinzano, con gran dignidad, y la gente iba a preguntarles cosas.
En el Amazonas no hay jubilación de viejos. Yo fui hace
muchos años, de aventurero, con mochila y bolsa de dormir, y ahí estaban los
viejitos de la tribu mirando el río Xingú que desemboca en el Amazonas. Y
pensé: "Ahí está la biblioteca nacional"... Uno sabía de partos, otro
de canoas, otro de plantas medicinales, a ellos los cuidaban mucho, porque eran
los transmisores de la sabiduría, no había transmisión escrita (se moría el de
las canoas y tenían que cruzar nadando…) Tenían una dignidad como los que vi en
la India. Allí, en el proceso de vida, se respetan todas las etapas.
En estos países de la cultura occidental, tecnológica, donde
lo que no es nuevo hay que tirarlo, lo mismo se hace con los seres humanos, y
eso es una tontería. En la cultura norteamericana todos tienen que ser jóvenes
y lindos.
Hay una etapa de la vida en que uno es niño, otra en que es
joven, otra donde es adulto y otra donde es viejo. Nosotros atravesamos las
cuatro etapas de la vida, si negamos una, vamos a tener problemas. Si se nos
niega la infancia vamos a perder la creatividad, si se nos reprimió la
adolescencia, vamos a perder la rebeldía.
Lo importante es seguir creciendo, es como pasar por
distintas estaciones. En cada una hay que bajarse y tomar el otro tren (son las
crisis evolutivas). Algunos se bajan en una y ahí se quedan, no siguen en el
viaje de la vida.
La concentración urbana genera la familia nuclear: papá,
mamá y uno o dos hijos, donde es tan pequeño el espacio, que no cabe el abuelo,
va al geriátrico, después tienen que mandar al nieto a la guardería, pero
¿quiénes son los mejores cuidadores para el nieto? el abuelo y la abuela. ¿Qué
mejor maestra jardinera que un abuelo o una abuela? Ambos están fuera de la
producción, fuera de la tensión necesaria para la lucha cotidiana, ambos están
en el mundo de lo imaginario...
La última etapa es lo que se llama la senectud, que a veces
tiene un deterioro grave, neuronal, de
las funciones mentales. De todas maneras, el final del proceso de la vida, que
es la muerte, es un tema negado en nuestra cultura. El final, la agonía, a veces
tiene características traumáticas, como algunos partos, al inicio. Los humanos somos todos de la tribu de los
"Uterumbas", porque vamos del útero a la tumba.
Se puede estar en cualquier edad, incluso setenta, ochenta
años, y el que tiene un proyecto se aleja de la muerte. Eso lo vi en Pichón
anciano, él decía: “la muerte está tan lejos como grande sea la esperanza que
construimos”, el tema es la construcción de la esperanza. ¿Cómo la puedes construir?,
si esa historia tiene sentido y se arroja adelante como esperanza.
Padres que no le tienen miedo a la muerte, crían hijos que
no le tienen miedo a la vida.
No importa los años si tienes proyectos, nietos o ilusiones, moriré y morirás joven. Desde que nací mi vida , cualquier vida es terminal. ¡¡¡Y que suerte saber que voy a morir , así, con la muerte, todo tiene sentido, si fuese eterno que rutina , que aburrimiento y aun me quedaria toda la eternidad para desear la muerte.
ResponderEliminarUn beso
A mi no me importan los años, es más trato de no decir mi edad a nadie jajaja; fuera de bromas, debe ser bonito llegar a viejito y rodearse de nietos y tataranietos; y platicar sobre cosas de otro tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo
La última frase del post es una verdad como un puño. Estupendo!
ResponderEliminarSaludos!
Me ha gustado mucho el artículo.
ResponderEliminarBuen finde Patty.
Besos.
La muerte es lo mas natural de nuestras vidas, aqui no se finge ni se disimula, es algo inexorable de ahí que sea lo mas natural y cierto de nuestras vidas, miedo ninguno.
ResponderEliminarUn beso.
E X C E L E N T E!!!! Patyy preciosa, he disfrutado este artículo como no te imaginas, todo es tan real y nos empeñamos en complicar lo que por naturaleza está y además bien hecho!
ResponderEliminarUn besazo amigo, feliz semana!