Mía era una niña que aprendió a ser muy valiente gracias
a las enseñanzas de sus padres. Ella conocía una cueva en donde se hallaba un
gran tesoro al que hacía mucho tiempo nadie se atrevía a entrar porque les daba
miedo. Pero había un gran detalle. Si alguien quería entrar, solo podría
hacerlo con un corazón bueno. Es decir, que si alguien entraba pensando solo en
el tesoro, no podría sacarlo. Mía se dio cuenta que por donde ella vivía había
mucha pobreza y quería cambiar esta situación por lo que se decidió ir en busca
del tesoro.
Mía decidió llevar a Anita, la amiga que ella más
apreciaba para que le ayude a cargar el
tesoro porque seguramente estaría pesado. Ellas entraron a la cueva,
encontraron el tesoro y cuando por fin salieron con él, se dieron con la
sorpresa de que el tesoro desapareció de sus manos y regresó al lugar donde fue
encontrado por ellas en un principio.
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otro cuento:
Entonces mía se dio cuenta de que Anita seguramente solo
pensaba en el tesoro y no en ayudar a los demás. Mía pensó en dos amigas más,
fueron y se repitió lo mismo. ¡Qué raro! Mía no entendía lo que sucedía. Llegó
a la conclusión de que a lo mejor sus dos amigas estaban pensando solo en el
tesoro.
Se encontró con Maya, otra de sus amigas. Se pusieron de
acuerdo y llegaron a ir a la cueva. Entraron de la mano, se acercaron con
cierta duda por lo que había ocurrido anteriormente. Tomaron juntas el cofre y
salieron rápidamente, como si quisieran evitar que alguien se los quite de las
manos, solo que esta vez el tesoro sí se quedó con ellas.
Cuando todos los medios y la gente se enteraron y les
preguntaron cuál había sido el secreto para esta vez lograr con éxito quedarse
con el ansiado tesoro, ellas respondieron:
—Lo que pasa es que nosotras nunca pensamos en obtener el
tesoro con fines personales, nuestro propósito era ayudar a los más
necesitados.
Creemos que esta es la razón por la que esta vez el
tesoro sí se quedó con nosotras. Porque nos gusta ayudar siempre y dar lo mejor
que tenemos.
No todos podemos encontrar un tesoro con joyas y dinero,
pero todos tenemos algo muy valioso por dentro. De lo mucho o poco que tengamos
debemos dar lo mejor y siempre con amor.
Mia y Maya eran dos niñas muy sabias y especiales, la generosidad y la bondad son dos brazos de hierro para aguantar muchos tesoros, pero el más valioso está en nuestra propia cueva. Saquémoslo a la luz!!!
ResponderEliminarPD; Me encanta el luz veraniego que le has dado a tu espacio, todo lo que huele a mar, me apasiona.
Besos
hola mi querida amiga, cómo me alegro de andar otra vez con rapidez.
ResponderEliminarHas escrito un cuento muy didáctico.
Cuando se piensa en los otros, siempre se multiplica la gracia en todo.
Mil besos
Sor.Cecilia
Hola Patty,cuando se quiere dar de corazón siempre sale bien.
ResponderEliminarBesos